Esta crisis sanitaria visible hoy por el COVID, es una muestra más, del desmantelamiento del sistema público de salud, sistemáticamente desfinanciado, fragmentado y fragilizado por décadas, cuyo propósito fue legitimar reformas sanitarias que profundicen la privatización de la salud.
Por tanto, ante la vulneración del Derecho a la vida y a la salud de quienes habitan el Paraguay, solicitamos que se establezca una estrategia de construcción colectiva entre los organismos del Estado y la sociedad civil, para el diseño de un sistema de salud público, universal, único, gratuito, integral, de calidad con activa participación ciudadana y sostenido con recursos públicos basados en criterios de justicia tributaria. Dicho sistema debe orientarse hacia:
- Concebir la Salud como un derecho humano, inherente a la persona y, como tal, protegido y promovido para todas las personas sin distinción alguna.
- La Salud debe ser entendida como un proceso histórico y un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo como la ausencia de enfermedades.
- Asumir que el Estado es el sujeto obligado de proteger la salud como un derecho de toda la población, sin ningún tipo de sesgo y/o discriminación.
- El sistema de salud debe ser universal que se refiere tanto a la cobertura total de la población como a la cobertura total de servicios. Brinda servicios sanitarios a todas las personas, independientemente de cualquier característica particular.
- El Sistema público de salud debe ser gratuito. Los costos no deben ser un determinante de exclusión o diferenciación poblacional.
- Se debe Garantizar el sostenimiento del sistema público de salud, con una inversión en salud de al menos el 6% del Producto Interno Bruto (PIB), tal como lo establece la OPS para los países en la estrategia para la salud universal.
- El Estado debe generar condiciones para obtener recursos fiscales, en base a justicia tributaria, que impidan la mercantilización de la salud y la equidad en el acceso por parte de la población.
- El sistema de salud debe ser integral, ya que, la concepción de la persona debe ser en su totalidad, por lo tanto, se requieren de respuestas globales a sus necesidades, desde las más simples hasta las más complejas.
- Es necesario asumir que la calidad y calidez deben constituirse en una guía de atención en los servicios de salud. Los cuidados y consideraciones deben tener base científica, y ser adecuados a las necesidades de las personas y las comunidades, así como también el trato en los servicios de salud, tiene que responder a la empatía, la sensibilidad y el respeto.
- Un sistema que dignifique a los/as trabajadores/as de la salud, que garantice sus derechos laborales, y que extreme las condiciones en su cuidado cuando deben responder a emergencias como la pandemia COVID-19.
- Es estratégico incluir el Modelo de Atención Integral (MAI), ya que es un modelo base de todo sistema de salud que pretenda ser integral y universal. El MAI comprende una combinación de enfoques conceptuales (de derecho, género, interculturalidad y determinación social) y estrategias de acción (promocional, preventiva, curativa y de rehabilitación), en los diversos espacios de la vida social (individual, familiar, laboral, de territorio social) y momentos del ciclo vital de las personas (nacimiento, infancia, juventud, adultez, edad madura, muerte)
- Urge fortalecer la estrategia de Atención Primaria de la Salud contemplando un modelo de atención integral y una actuación multidisciplinaria, que responda según necesidades de cada territorio social, ya que, además de ser puerta de entrada, debe ser el eje vertebrador del sistema de salud.
- Se tienen que crear las condiciones para implementar todos los anteriores atributos, gratuidad, universalidad, integralidad, calidad y calidez en un Sistema Único de Salud (SUS), que garantice el derecho a la salud a todas las personas, sin discriminación de ningún tipo.
En estos tiempos difíciles que nos tocan vivir y sentir, debemos colocar en el centro del debate público, la necesidad del pleno goce de los Derechos Humanos y particularmente de la vida y la salud de forma integral. Que la pandemia no nos niegue la posibilidad de pensar en los cambios profundos y necesarios que requiere nuestro país. Si algo hemos evidenciado en estos tiempos es que sólo lo público, que es de todas y todos, nos iguala en dignidad y derechos y, para ello, necesitamos fortalecer un Estado presente y garantista.